CORONAVIRUS EN PERROS

La enfermedad por coronavirus es una enfermedad intestinal altamente infecciosa en perros, especialmente en los cachorros.

El coronavirus suele ser de corta duración, pero puede causar molestias abdominales considerables durante algunos días en los perros infectados.

La causa de la enfermedad es un virus de la familia Coronaviridae.

El coronavirus se transmite por contacto con secreciones orales o por heces infectadas con el virus. Los coronavirus son bastante resistentes y pueden permanecer infecciosos durante un tiempo al aire libre y a temperaturas bajas.

La enteritis coronaviral canina puede ocurrir cuando el coronavirus invade y destruye las células maduras en las vellosidades intestinales.


Debido a que las criptas intestinales permanecen intactas, las vellosidades se regeneran más rápidamente en perros con enteritis coronaviral que en perros con enteritis parvoviral y las células de la médula ósea no se ven afectadas.

La enteritis coronavírica suele ser menos grave que la enteritis parvoviral clásica y rara vez causa diarrea hemorrágica, septicemia o la muerte.


Los perros de cualquier edad se pueden infectar y los signos clínicos generalmente duran menos de 1 ó 2 semanas.

Los perros pequeños o muy jóvenes pueden morir como resultado de la deshidratación o anomalías electrolíticas si no se tratan de forma correcta y oportuna.

Los signos clínicos clásicos son: Depresión, pérdida del apetito, vómitos, diarrea aguda amarilla a naranja, que varía de suave a acuosa (también puede contener sangre), de forma ocasional puede cursar con fiebre.


La infección concomitante con parvovirus puede producir una alta incidencia en la morbilidad y mortalidad del perro.

Factores de riesgo:

Perros jóvenes, perros que provienen de refugios, centros de rescate, perreras de cría o tiendas de mascotas, que se alojan en una perrera o guardería para perros, visitan peluqueros, parques para perros o se relacionan con otros perros a diario, perros que viven en múltiples hogares de mascotas.

Debido a que la enteritis coronavírica canina suele ser mucho menos grave que muchas otras enteritis, rara vez se diagnostica definitivamente.


La mayoría de los perros son tratados sintomáticamente por enteritis aguda hasta que mejoran.


Hay pruebas diagnósticas comerciales de ELISA que ayudan a detectar el agente infeccioso al igual que estudios de PCR para analizar las heces de ellos.


Debido a que el coronavirus se puede encontrar en las heces de muchos perros clínicamente normales, probablemente sea importante considerar la cepa de coronavirus presente en lugar de simplemente indicar que el coronavirus es positivo.

Una historia de contagio y/o eliminación de otras etiologías son razones para sospechar de una enteritis coronavírica canina.

Los antibióticos no son efectivos contra los virus, pero pueden ser útiles para controlar las infecciones bacterianas secundarias.

Retener alimentos durante veinticuatro horas después de que cese la diarrea y reintroducir gradualmente pequeñas cantidades de alimentos puede ser el único tratamiento requerido.

Un paciente deshidratado puede necesitar líquidos intravenosos para corregir los desequilibrios de líquidos y electrolitos. La terapia sintomática suele ser exitosa, excepto, tal vez, por muy animales jóvenes.

Hay una vacuna disponible para esta condición, y el pronóstico para la recuperación suele ser bueno en la mayoría de los casos.