Accidente Cerebrovascular en Perros

Los accidentes cerebrovasculares (ACV) son una de las principales causas de discapacidad en los humanos adultos. En medicina veterinaria anteriormente eran considerados muy poco comunes, pero actualmente cada vez son más reconocidos en perros y gatos con los avances de la neuroimágen.

Un “accidente cerebrovascular” provoca un déficit neurológico focal de inicio repentino, las causas de los accidentes cerebrovasculares se pueden dividir en dos grupos básicos: obstrucción de los vasos sanguíneos, lo que lleva a un infarto y la ruptura de las paredes de los vasos sanguíneos, lo que lleva a una hemorragia.

La mayoría de los tipos de ACV que se ven en humanos se han documentado en perros, sin embargo, la recuperación de trastornos cerebrovasculares en los animales es probablemente más espectacular que en los humanos, porque los animales tienen un sistema piramidal menos prominente.

El sistema nervioso central requiere un suministro continuo de glucosa y oxígeno para mantener su alto gasto de energía, el transporte de estas moléculas requiere de un suficiente flujo de sangre a través de una vasculatura cerebral con una capacidad adecuada.

En el perro, el suministro de sangre al cerebro surge de las arterias carótidas internas y basilares, que al unirse en la base del cerebro forman el círculo arterial de Willis. El cerebro es suministrado de flujo sanguíneo por tres pares de arterias cerebrales que surgen de este círculo arterial, cada una responsable de la perfusión de grandes pero superpuestas áreas del cerebro.

Cualquier enfermedad que afecte los vasos sanguíneos cerebrales causará alteraciones del flujo sanguíneo cerebral, que pueden conducir a un daño tisular.

 

“Infarto cerebeloso, Dr. Ricardo M. Bugarin”

 

El metabolismo del cerebro es únicamente aeróbico y sin ninguna reserva de energía significativa.

La gran demanda de sangre circulante y oxígeno se refleja desproporcionadamente en una alta tasa de flujo sanguíneo cerebral en comparación con el flujo a otras partes de la cuerpo, que comprende el 20% del gasto cardíaco y el 15% del consumo de oxígeno cuando el cuerpo está en reposo, a pesar de que el cerebro solo representa un 2% del peso corporal.

La isquemia cerebral es la reducción, y no necesariamente el cese completo del flujo sanguíneo a un nivel incompatible con la función normal, el deterioro puede ser global o regional en el cerebro.

Isquemia produce hipoxia más hipoglicemia que afectará a los elementos más sensibles en el tejido y si es severa, persistente o ambas, afectara a todos sus componentes.

En su forma más leve, la isquemia regional causa un trastorno transitorio de ataque isquémico, tiene un inicio abrupto, pero con una rápida disminución del déficit neurológico, con signos clínicos que dependiendo del vaso sanguíneo afectado y el área representativa de la perfusión, suelen durar menos de 24 horas.

Si el flujo sanguíneo cerebral a nivel regional disminuye aproximadamente 15% de lo normal (es decir, 10 a 12 ml / 100 g por minuto), se produce una falla absoluta de la membrana que culmina en una irreversible lesión de la neurona, lo que resulta en un infarto.

Estos valores de umbral de flujo sanguíneo cerebral pueden ser mayores en un entorno ya comprometido en el cerebro.

En los humanos, hay regiones de vulnerabilidad
dentro del cerebro donde las neuronas son propensas a lesionarse por hipoxia-isquemia global.

Estas áreas de la corteza cerebral son el hipocampo, la amígdala, nucleos basales, los núcleos talámicos y las células de Purkinje cerebelosas.

El infarto puede ser el resultado de una enfermedad arterial o venosa; el infarto arterial puede deberse a una obstrucción de trombosis o embolia, o debido a la oclusión de la sangre por anormalidades del vaso tales como la vasculitis.

Los sistemas clínicos más comúnmente usados para dividir el accidente cerebrovascular isquémico se clasifican en tres subtipos principales: grande arteria o infartos ateroscleróticos, infartos cardioembólicos, y pequeños vasos o infartos lacunares.

Infartos ateroscleróticos son el subtipo más común documentado en humanos. Aunque la frecuencia de los tres diferentes subtipos aún no se conoce en perros, la aterosclerosis ha sido reportada en perros, especialmente en perros mayores, perros con hipotiroidismo y schnauzers miniatura con idiopática hiperlipoproteinemia.

Otras enfermedades asociadas con infarto en perros incluyen sepsis, coagulopatía, neoplasia, y la enfermedad del gusano del corazón.

 

AVC Cushing

 

Los accidentes cerebrovasculares pueden en ocasiones, resultar en una hemorragia. La hemorragia que involucra al SNC es clasificada como epidural, subdural, subaracnoidea, intraparenquimatosa (primaria o secundaria), o intraventricular.

Cuando el sangrado es lo suficientemente sustancial para formar un volumen adicional excesivo (es decir, efecto de masa) dentro del SNC, los resultados pueden ser
fatales.

La presencia de un hematoma provoca edema y daño neuronal
en el parénquima circundante. El edema generalmente persiste durante 5 hasta 9 días y en algunos casos hasta 2 semanas.

Las lesiones más comunes son el edema vasogénico y edema citotóxico, debido a la interrupción de la barrera hematoencefálica y a la falla de la bomba de sodio provocando la muerte de las neuronas.

La fuente de la hemorragia intraparenquimatosa primaria no es
bien entendida, en los pacientes humanos a menudo se presenta con hipertensión sistémica y degeneración fibrinoidea concurrente en las arterias en el cerebro.

La hipertensión en los perros puede ser primaria o secundaria a trastornos tales como enfermedad renal e hiperadrenocorticismo, estos animales pueden estar predispuestos a una hemorragia intracraneal.

Una variedad de causas secundarias de hemorragia existe en perros.

Signos clínicos frecuentes
Los accidentes cerebrovasculares se caracterizan clínicamente por un ataque agudo focal, asimétrico y no progresivo de disfunción cerebral.

Si se presenta empeoramiento del edema (asociado a con el fenómeno de lesión secundaria) puede resultar en progresión de los signos neurológicos durante un corto período de 24 a 72 horas. Hemorragia puede ser una excepción a esta descripción y se le presentará un curso más progresivo.

Cuando hay complicación del tronco encefálico, el examen neurológico de los nervios craneales definirá la ubicación exacta y la extensión de la lesión con la lesión del cerebro anterior, el signo clínico puede variar desde la desorientación simple hasta la muerte.

 

Parálisis facial secundaria a proceso isquémico en tallo cerebral. Dr. Ricardo M. Bugarin

 

Una lesión unilateral inducirá un marcha en círculo ipsilateral, síndrome de hemi-inatención (falta de reconocimiento de los estímulos sensoriales por un lado del cerebro y a menudo se manifiesta comiendo fuera o de un solo lado del tazón o girando hacia el lado equivocado para responder a su nombre), ceguera central contralateral, así como contralateral déficit de ataxia y propiocepción también se puede presentar.

Las convulsiones son reportadas muy en común con asociación con ACV en perros. En general la clínica de
los signos depende de la ubicación de la lesión.

Diagnóstico

La resonancia magnética es más sensible que la tomografía en
infartos tempranos, con cambios vistos dentro de la primera hora de inicio.

 

 

La resonancia magnética es también más sensible en la detección de edema, proporciona vistas multiplanares, y carece de artefacto de endurecimiento del haz (es decir, un área de pérdida de señal debida a la absorción de fotones por estructuras óseas circundantes) en comparación con la tomografía. Tomografía permite la adquisición rápida de imágenes en pacientes muy críticos

Es muy importante la localización de la hemorragia en el parénquima cerebral o a nivel extra-axial, para evaluar la etiología y el inicio del tratamiento.

En perros, es más común ver hemorragia intraparenquimatosa que una hemorragia extra-axial, esta última típicamente se ubica en el espacio subdural.

Tratamiento y pronóstico
No hay un tratamiento específico para los infartos y la mayoría
de las hemorragias son intraparenquimatosas.

El tratamiento de cualquier tipo de ACV se centra en mantener la perfusión cerebral, a través del mantenimiento de la presión arterial sistémica y la posterior oxigenación de los tejidos, así como el tratamiento de las secuelas neurológicas secundarias (por ejemplo, convulsiones) y el tratamiento de cualquier enfermedad subyacente o detonante.

El pronóstico en los perros con ACV depende del tamaño de la lesión, la ubicación de la lesión y la gravedad de los signos clínicos.